Carta a Edurne Olloquiegui

Lo primero que me llega al evocarte Edurne es tu mirada acogedora y tu sonrisa al llegar a Karma Samten Ling. Se puede decir que era la persona que acogía a todo aquel que llegaba, siempre amable y discreta.

Te recuerdo en todos los pequeños detalles que tu hacías especiales: arreglando las flores que tanto te gustaban, encendiendo el incienso, dándonos un cojín, arreglando los malas…y, por sobre todo, siempre atenta a lo que pudiera facilitarnos la práctica.

Emocionaba tu gran agradecimiento ante cualquier gesto ajeno, cuando tú eras todo donación. Siempre ágil, atenta y diligente.

No se me ocurre una mejor manera de acompañar a alguien ante la pérdida de un ser querido que la que he encontrado en ti (y en Antxoni), en el proceso de enfermedad y muerte de mi padre y de mi hermano especialmente y el gran consuelo que he recibido de vosotras. Consuelo y acompañamiento que hemos recibido todos los que hemos estado cerca de ti y hemos pasado por ese trance.

¡Cómo es posible Edurne! que en todo el periodo de tu enfermedad, tan grave, y en tu convalecencia cada vez que alguien te preguntaba ¿Cómo estás? Tú siempre dijeras MUY BIEN, y lo pongo con mayúsculas porque lo decías claro, despacio y con una sonrisa; remarcándolo.

Nos diste lecciones aún en el hospital, queriendo que nos percatáramos de que “es muy importante como entramos al sueño”, y para que no se nos olvidara, nos mostraste como tú esperabas ese momento adecuado para dormir.

Nunca dejaste la práctica meditativa, ni enferma, ni convaleciente. Se podría decir que la presencia meditativa estaba en ti. Has sido una practicante impecable Edurne, una fuente de inspiración en tu práctica y en tu vida.

Abridora de caminos en una época en que el budismo prácticamente no se conocía en este país.

Pionera, innovadora, revolucionaria, buscadora, y finalmente bodhisattva.

La primera lección que me diste fue que las cuentas del mala se contaban al revés, hacia la derecha, muchas gracias por fijarte. Tu última lección es que en la entrega a los demás no hay que acercarse desde la autoexigencia, sino desde la apertura de mente y corazón. En la apertura todo el mundo cabe, incluido uno mismo y las propias limitaciones. En otras palabras podríamos decir “el amor os hará libres”.

Te tengo muy presente Edurne y sé que seguirá siendo así porque un vínculo auténtico sobrevive a la muerte.

Me queda tu presencia cálida, acogedora, diligente, despierta, atenta, inteligente……

Dicen que uno muere como ha vivido. Admiro tu vida y admiro tu muerte, ejemplo de entrega total al devenir de la existencia. Me alegra mucho que hayas alcanzado el despertar, primero por ti y después porque va a ser en beneficio de todos los seres.

Quiero remarcar que esto es especialmente importante por ser mujer y por lo que supone para todas las mujeres.

Expresarte mi más profundo agradecimiento por todo lo recibido que ha sido abundante, bueno, verdadero y bello.

Nos vemos en el camino Edurne

Ana Berruete Montón