A mi recuerdo viene la primera vez
que acudí al centro Karma Samten Ling, cargada con mi pesada mochila,
buscando paz sosiego y recogimieto.
Al atravesar la puerta y bajar las escaleras, me recibiste tú, Edurne.
No puedo olvidar tu cálida acogida, tus explicaciones, tus sabios
consejos, tu profunda mirada y tu ámplia y sincera sonrisa. Me sentí
como en casa, pensé: aquí estoy bien.
Durante estos años he sido testigo de cómo hacías de la atención y
entrega desinteresada a los demás el centro de tu vida. Siempre amable,
sensible, cariñosa y atenta a cualquier necesidad de los meditantes,
siempre dispuesta a ayudar.
Ahora que has dejado el cuerpo y estás en ese mundo de Luz de los seres
despiertos quiero rendirte mi pequeño homenaje y darte las gracias por
tu dedicación y entrega, un ejemplo a seguir.
También doy gracias a la Vida que te puso en mi camino. Nunca te
olvidaré.
Estos últimos días y en especial en este último Retiro, cuando entro al
centro a meditar, te busco con la mirada como tantas otras veces. Mis
ojos no te encuentran, pero te veo con los ojos del Corazón. Te veo ante
el altar del Buda ,entre las flores y las ofrendas, te oigo cantando la
Puya. Respiro hondo y sigo pensando :aquí estoy bien, estoy en casa.
Marian Gambra