Vaya
por Edurne
En una atmósfera de paz
serena, sin aspavientos ni dramas, tu respiración se fue y no volvió más.
Tu cuerpo dijo basta. Terminó su tiempo. La impermanencia de todas las
formas se cumplió inexorable.
Días de paulatino declinar de las fuerzas y de imparable eclosión del
espíritu.
Contraviniendo la costumbre, la alegría, las bendiciones desbordantes y el
corazón bombeando amor hacia todos los seres frente al drama tétrico al
que estamos condicionados.
Silenciosos momentos de acompañamiento y meditación, y en la sencillez de
lo natural, lo excepcional del Despertar de un ser pleno de merecimientos
por su entrega a la práctica del Dharma, por su dedicación al servicio a
los demás por el buen karma de contar a su vera con la presencia de su
Maestra espiritual, confluencia de condiciones difícil, por no decir
excepcional, ocurrida, en tu caso Edurne de pleno derecho. ¡¡¡Te lo
mereces Edurne!!!
Doy muchas gracias por haber pasado tantos momentos de mi vida contigo y
en especial estos tan cruciales.
Pienso en ti y veo coraje para afrontar las dificultades que en tu camino
se presentaron y no pocas, y también frente a la enfermedad y el dolor que
en ocasiones mostró su dureza.
Coraje y determinación férrea en la práctica del Dharma y el servicio.
Pienso en tu energía, que de tan fuerte parecía inextinguible y en tu
presencia verdadera, sin artificio, accesible y cercana que hacía creer en
que nunca cesaría.
¡Qué lección de impermanencia!
Has dejado tu cuerpo, instrumento agotado, exhausto con serenidad,
plenitud y elegancia.
Bañada en la energía espiritual que mana constantemente de tu Maestra
espiritual, Antxoni, transitaste en minutos del hundimiento físico total a
la recuperación milagrosa e ingresaste en un estado de Shamadi del que
fuimos testigos entre la alegría y el asombro. Atrás quedaron las
inquietudes y malestares. Cesó en ti cualquier tipo de necesidad o demanda
y aunque el cuerpo físico continuaba su proceso de natural desvanecimiento
como forma, tú eras la imagen misma de la plenitud serena.
Lo que tantas veces habíamos escuchado o leído pero que presumíamos como
harto difícil o lejano estaba sucediendo con aparente sencillez ante
nosotros.
Hasta en los últimos trances nos dejaste un ejemplo, una referencia para
superar los momentos de bajón. El Despertar es posible. Ha sucedido en ti.
Ha sucedido aquí.
Y así transcurrieron muchos días, impensables días, en un estado de
Consciencia lúcida, que tratabas de comunicar hablándonos con insistencia
del Espacio Abierto, Luminoso, Vacío de la Mente Consciente, que era ya tu
morada antes de que tu cuerpo físico claudicara definitivamente.
Días en que tus manos realizaban mudras, repartían bendiciones, mucho
cariño y conmovedor afecto abrazándonos, acariciando nuestros rostros y
recitando susurrantes mantras de om mani peme hung .
Como siempre, Edurne, hiciera sol o tronara comprometida con el Dharma y
la liberación de todos los seres.
Cuando te conocí yo era un joven despistado, sin horizonte y sufriente.
Tú, una mujer madura con una nutrida mochila de experiencia a tus
espaldas.
Siempre bajo el signo de la entrega a las causas de justicia social, de
paliar el dolor ajeno.
Te recuerdo irradiando entusiasmo porque al fin habías encontrado algo
realmente auténtico, esa experiencia espiritual del corazón que solo un
genuino Maestro espiritual como nuestro Gran Maestro el Bodhisattva Jesús
Javier Juanotena puede transmitir. Representaste ya entonces una
referencia de entrega y compromiso sin fisuras que a lo largo de los años
no hizo sino crecer. Las medias tintas no eran tu estilo.
Mujer de carácter, con agallas y un gran corazón además de ese punto de
trasto travieso tan tuyo, cualidades todas que siempre he admirado de ti.
El karma quiso que nuestros caminos coincidieran y que llegáramos a ser,
más que amigos, que también, compañeros en el camino espiritual y hermanos
en el Dharma.
Tu dedicación al servicio por los demás seres, tus detalles y atenciones
han dejado una honda huella no solo en la actualidad sino por las
reacciones que he ido conociendo estos días también en ese tiempo de tu
vida delque yo no formé parte.
Has brillado pero fuera de los focos y las alabanzas, de las que te
habrías reído a carcajadas y has mantenido tu línea indiferente a la
incomprensión y los desprecios.
Te has ganado a pulso la gratitud y el afecto tierno y sincero que nos
brotaba a todos en Karma Samten Ling cuando nos reunimos entorno a tu
cuerpo físico, pero sobre todo entorno a tu espíritu libre y gozoso que se
ha fundido con la totalidad en el Espacio Abierto y Luminoso de la Consciencia, libre de las limitaciones del cuerpo físico. También tienes
para siempre un lugar privilegiado en la más cálida de las habitaciones
de nuestros corazones.
Gracias Edurne,
libre Edurne,
gozosa Edurne,
Despierta Edurne

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