Conferencia
del Maestro Tulku Trinley
en
la Universidad
Pública de Navarra

LA
TEORÍA DEL CAOS Y VACUIDAD
Vista
desde el budismo tibetano
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Es
un gran honor presentaros a Tulku Trinley Rimponché, que
va a ser quien nos va a dar estas explicaciones. Tulku Trinley
es profesor en la Universidad budista de Nueva Delhi y sin más
le dejo la palabra.
FECHA:
11-04-02
|
Buenas tardes a todos, señoras y señores, profesores. El
tema que nos trae hoy aquí es la noción científica
del caos y la noción budista de vacuidad.
Son dos tradiciones
distintas una del este, otra del oeste. El budismo nace en India hace
2500 años, es una tradición muy antigua y la teoría
del caos es una ciencia muy moderna que fructifica en los 80, es una tradición
contemporánea en extremo. Tanto las tradiciones filosóficas
como las religiosas se han planteado una serie de cuestiones comunes,
cuestiones que se hace el hombre a sí mismo acerca de qué
es realmente la realidad, de dónde venimos, qué esperanza
tenemos. Al principio de este tercer milenio es claro que la ciencia occidental,
aquí en el mundo en el que nosotros nos movemos ha conseguido enormes
progresos en el conocimiento de la naturaleza de la realidad. Hemos hecho
progresos en el conocimiento del espacio exterior, no sólo hemos
viajado a la Luna y hemos lanzado otro tipo de investigaciones, sino que
también nos hemos atrevido en el estudio de la naturaleza de la
materia, en profundidad, la materia atómica, y somos capaces incluso
de medir este nivel atómico con mucha precisión. Entonces
uno se puede preguntar ¿qué puede aportar una tradición
de tanta antigüedad, 2500 años, ¿qué puede aportar
a principios del tercer milenio en Occidente? La respuesta a esta cuestión
curiosamente no viene del mismo budismo, sino que viene de la ciencia.
Recientes descubrimientos desde la teoría de la relatividad, la
física cuántica, y más recientemente, desde la teoría
del caos han puesto en cuestión nuestras creencias y certidumbres
hasta entonces fijas sobre qué es o cómo es verdaderamente
la realidad.
Curiosamente, estos descubrimientos, muchas de estas ideas de los científicos
modernos se corresponden con conceptos y con ideas ya recogidos en la
tradición del budismo. Hablando de una manera retrospectiva, podemos
afirmar que existe mucha modernidad en estas antiguas tradiciones budistas.
Mucho antes de que la ciencia descubriera los átomos, Buda, hace
2500 años ya citó el inconcebible poder de los átomos.
Y no sólo eso sino nociones hoy comúnmente aceptadas en
la química como la impermanencia que han sido de siempre reflejadas
en el Budismo. Por ejemplo, Buda explicó que todas las cosas que
componen este mundo son por su propia naturaleza impermanentes, que no
es necesario un agente externo que las haga impermanentes, por su propia
naturaleza están en continuo cambio. Y aquí nos encontramos
con la noción de vacuidad, que tiene cierta correspondencia con
el intento de la Ciencia de conocer qué es verdaderamente o cómo
es verdaderamente la realidad. La ciencia, en este caso, la teoría
del caos, ha puesto en cuestión todos los conceptos de las teorías
deterministas, en el sentido de probar que existe una incapacidad de predicción,
debido a nuestra incapacidad a su vez, de conocer y de poder medir con
precisión y exactitud el momento, el punto original del proceso
del sistema.
Este análisis
del funcionamiento del mundo en profundidad nos lleva a mirar, a investigar
cómo son las cosas en su naturaleza más profunda, ¿dónde
está o cómo es o qué es la existencia en sí
de las cosas?
En la teoría del caos, como seguramente se explicó ayer,
existe determinismo de un cierto tipo, en el sentido de que un pequeño
cambio en la causa inicial producirá grandes cambios en sus efectos,
y como no podemos, de esta manera , predecir estos cambios, con nuestra
incapacidad de medir con precisión esta causa inicial. La predictibilidad,
es algo que se nos escapa. Esta incapacidad de conocer y medir la realidad,
nos lleva a preguntarnos ¿qué es la realidad?, ¿cuál
es la naturaleza última de la realidad? y es ahí donde surge
el concepto de vacuidad.
Surge de este intento de profundizar o de investigar en el concepto o
la noción de realidad.
Esta noción de vacuidad está relacionada con el intento
de determinar qué es la realidad. Surge de la investigación
ontológica acerca de esta realidad y ¿hasta qué punto
podemos nosotros fiarnos o confiar en que la realidad es tal y como nosotros
la percibimos?
El budismo dice que todas las cosas que componen este mundo, son, por
su propia naturaleza, vacuidad. El budismo no dice que haya algo dentro
de la realidad que sea vacuidad, la vacuidad sería algo que estaría
más allá de esa noción. Cuando analizamos qué
es la realidad, no estamos diciendo que la realidad es algo que exista
o que no exista o que sea las dos cosas a la vez, o ninguna de las dos
cosas. Este concepto de vacuidad no quiere decir que la realidad sea vacía
en el sentido nihilista del término. La noción de vacuidad
intenta evitar estas dos perspectivas de la realidad, la más fuerte
que sería la existencia real, la existencia verdadera de esta realidad,
o la contraria, en la cual se afirmaría que nada existe como tal.
La vacuidad sería un intento de hacer aparente qué es la
realidad en su naturaleza última.
Habitualmente, nos relacionamos con el mundo y, la percepción que
tenemos del mismo, como algo que tiene una existencia verdadera. Creemos
que el mundo es tal y como lo vemos, volvemos a esta habitación
y pensamos que es la misma habitación en la que hemos estado antes
y que nada ha cambiado. Tenemos una percepción de las cosas, sean
simples o múltiples o complejas, como algo independiente de nosotros,
como algo con una existencia propia. Para comprender el verdadero sentido
de la realidad, uno debería recordar la definición de existencia
y llevarla a analizarla hasta su último extremo. La existencia,
en este sentido, debería ser algo, concreto, algo que se pudiera
asir, algo que fuera fiable.
Podríamos decir, tal vez, algo que fuera poco cambiante o casi
permanente.
Si es algo
muy cambiante, no sé hasta qué punto podemos decir que en
cierto sentido existe. Y es así como nos relacionamos con el mundo.
A pesar de las especulaciones filosóficas que podamos hacer, nuestra
percepción y relación con el mundo es dando por hecho que
las cosas tienen una existencia real. Por ejemplo, desde el momento que
habéis entrado a esta habitación hasta ahora, tenéis
la percepción de que estáis en la misma habitación.
En realidad, desde el momento en que estáis sentados en esa silla,
no estáis sentados en la misma silla. Los átomos que componen
esa silla han cambiado, se han movido. Y debido a su realidad inherente,
la realidad inherente de las cosas, sin ningún agente externo que
le obligue a ello, esta silla seguiría su proceso cambiante y un
día desaparecería. Este cambio es posible porque no existe,
no hay un instante similar, no hay dos momentos que sean iguales. Si en
las cosas hubiera un instante en el que no experimentaran cambio, aunque
fuera la partícula más ínfima, si tuviera un momento
de no cambio, en ese momento podría significar una eternidad. Esta
permanencia implicaría que no existiría ni nacimiento ni
muerte, nada ocurriría, todo sería estático, sin
cambios. Desde esta perspectiva vemos que hay diferencias en cómo
percibimos el mundo y cómo el mundo realmente es. La manera como
pensamos, como vemos el mundo, no tiene necesariamente que ser o coincidir
con la manera en la que el mundo realmente es. Yo miro esta mesa y parece
ser idéntica, la misma, pero no es la misma. Esto nos lleva a una
investigación más profunda ¿existe realmente algo
al final,? o ¿es que no hay nada? o ¿es que es una ilusión,
una profunda ilusión todo? El budismo prueba, como hemos dicho
que la manera como percibimos el mundo no coincide con la realidad de
ese mundo y que la realidad de las cosas del mundo es verdaderamente vacuidad.
El budismo enseña cómo percibimos un objeto y en el análisis
epistemológico de este proceso perceptivo prueba que esta percepción
no se corresponde con la naturaleza última de la realidad de este
mundo, es decir, prueba la incapacidad para poder definir, medir con precisión
lo que el mundo realmente es. Nos relacionamos con el mundo a través
de conceptos, de ideas construidas. Creemos que estos conceptos provienen
de nuestra percepción del mundo. Cuando analizamos esta incapacidad
de percibir, de analizar las cosas como son, nos apercibimos de que por
ejemplo, cuando yo entro en contacto con un objeto, y este objeto, me
devuelve el input del estímulo, esto sólo se puede producir,
estamos hablando de nuestra capacidad de visión, gracias al reflejo
de la luz, y este proceso de contacto, de reflejo de la luz, lleva un
tiempo. En ese momento, desarrollamos unas impresiones producto de este
reflejo y, de ahí surge una idea, un concepto que, de alguna manera,
define esa percepción.
En realidad, por lo tanto, aunque pensamos que percibimos las cosas directamente,
las percibimos con retraso. La acción ya ha ocurrido y nosotros,
posteriormente, obtenemos la percepción. No hay una percepción
instantánea de la realidad. Por lo tanto, nos relacionamos de manera
constante con el mundo a través de imágenes mentales que
no tienen por qué tener mucho que ver con la realidad en sí.
En cualquier caso, a pesar de eso, podemos pensar que ese objeto con el
que estamos en contacto tiene per se una forma y que es la impresión
que recibimos del objeto, vamos, entonces a meditar sobre esta cuestión.
Existen
diversas escuelas de pensamiento budista. Hay una escuela que cree que
la realidad de este objeto no es tanto su forma pero sí la existencia
de partículas, de átomos, que en su composición crean
el objeto. De alguna manera, estaríamos hablando de la existencia
material porque hablaríamos de partículas divisibles en
tiempo y en materia o energía. Retomo la idea que he dicho anteriormente,
nosotros creemos que existen las casas, que existe este micrófono,
que existen las sillas pero, recuerdo que, más que una existencia
real de esos objetos lo que sí existen son imágenes mentales
creadas por los seres humanos. ¿Por qué? Porque estas cosas
en sí mismas están compuestas por múltiples partículas
que no podemos decir que sean indivisibles. Si yo agarro el micrófono
no estoy agarrando el micrófono sino millones de átomos
que lo componen. Cuando cogemos el micrófono, ¿qué
es el micrófono? La parte anterior del micrófono, la parte
posterior, donde pongo la mano, el micrófono es el conjunto que
lo compone, entonces, este micrófono no tiene existencia como tal,
que no sea el conjunto de las partes que lo componen. El micrófono,
como concepto, como idea es algo que no existe en lo absoluto.
Dado que
tenemos esa percepción, esa idea de que el micrófono existe,
sin que esté basada en ningún conocimiento profundo, hablamos
del bonito micrófono, de mi micrófono, de qué haré
con el micrófono y en ese sentido cuando llega alguien y nos rompe
el micrófono sufrimos desoladamente. Por lo tanto, nuestra relación
habitual con las cosas, con el mundo exterior no tiene ningún fundamento
científico sino que es completamente arbitrario.
Entonces ¿de qué están compuestos estos átomos?
¿Existen realmente? Esta era una escuela pero existen otras escuelas
budistas que dicen que no existe ninguna partícula que sea en sí
indivisible. En ese sentido, si no existe ninguna partícula que
sea en sí indivisible en tiempo ni en materia estamos en otro nivel.
Estas diferentes escuelas budistas tienen que ver con la forma pedagógica
de Buda dar el conocimiento. De alguna manera, Buda planteaba el conocimiento
en estadios, que dieron lugar a estas diferentes escuelas, a la hora de
ir explicando la percepción de la realidad. Este concepto es importante
porque no existe por lo tanto ninguna partícula que no sea divisible.
Si la última unidad de partícula es divisible hasta el infinito,
podríamos decir, bueno, existe lo múltiple pero lo múltiple
no es sino como la misma palabra dice, un conjunto de unidades. Sin embargo,
no existe ninguna partícula por pequeña que sea que no sea
divisible, lo uno y lo múltiple exista. Esto nos lleva a la siguiente
consideración: si todo esto es así, entonces ¿cómo
es posible que las cosas tengan apariencia?, ¿cómo es posible
que yo perciba las cosas? ¿Por qué hay algo y no hay nada?,
¿por qué hay algo y no nada? Entonces el Budismo diría
que porque no hay nada, existen las cosas. Si las cosas existieran de
verdad, nada ocurriría nada podría suceder. Buda explica
la apariencia de las cosas con el concepto de la interdependencia. En
este sentido, si nosotros hablamos de la existencia de las cosas y analizamos
la causalidad, la teoría del caos, estamos diciendo en realidad
que de una cosa surge otra, es decir, que de algo realmente existente
se concluye algo con existencia también real. El Budismo dice que
si analizas realmente en profundidad no puedes decir que las cosas realmente
surjan. Por ejemplo, hablando de causalidad, uno puede pensar que causa
y efecto tienen la misma naturaleza o que son de naturaleza distinta.
Si consideramos que son de la misma naturaleza causa o efecto estamos
diciendo que el efecto preexistiría a la causa. Esta idea es muy
común en muchísimas especulaciones filosóficas. Uno
puede decir que la semilla ya existe el árbol.
Recordando lo que es la existencia en sí y aceptando este concepto
del árbol de que el efecto del árbol preexiste en la causa
de la semilla, entonces no podríamos decir, con lógica que
algo ha surgido, que algo se ha producido, pues ya estaba.
Efectivamente es algo que ya existe entonces no tiene necesidad de ser
creado, no tiene necesidad de ser producido, porque ya existe, ya tiene
una preexiste en la semilla. Entonces el proceso de producción
en sí como tal no sería algo a ser considerado.
El segundo
caso sería si consideramos que causa y efecto tienen naturaleza
distinta. Esta sería la postura de muchas escuelas filosóficas
budistas y también la postura de la ciencia. Partamos de la base
de que causa y efecto son cosas absolutamente distintas y que una de ellas
tiene la función de crear, producir o en la otra. Esto es lo que
comúnmente creemos, creemos que la semilla es distinta del árbol
, y que de una manera regular, común, natural, normal, la semilla
crea, produce el árbol. El budismo dice que esa producción
también es imposible, por la siguiente razón: para que se
produzca una causación debería haber un vínculo entre
estos dos fenómenos. Por estos fenómenos, causa y efecto
no son simultáneos, entonces ¿cómo podemos creer
o conseguir un vínculo entre dos fenómenos que no son simultáneos,
en el tiempo en el que se producen, en un tiempo distinto? Entonces, ¿cómo
puede haber un vínculo entre causa y efecto, si se producen en
tiempos distintos, no son simultáneos y en el momento en que se
produce el efecto el pasado ya no existe, entonces, ¿dónde
está el vínculo? ¿qué vínculo con la
causa? Si por el contrario, nosotros consideramos que son fenómenos
simultáneos, en esta simultaneidad, también nos vemos obligado
en encontrar un vínculo. Es algo que se estudia claramente en la
física: dos fenómenos que se producen a la vez es difícil
que tengan un vínculo de causalidad.
Desde esta perspectiva de fenómenos absolutamente distintos podríamos
concluir con conclusiones totalmente absurdas o en este sentido, podríamos
decir que la luz podría causar la oscuridad, dado que ambos son
fenómenos totalmente distintos. Podríamos plantearnos un
paso más y decir: "bueno, las causas surgen sin ninguna causa,
surgen porque sí". Esto también es completamente absurdo
porque indicaría que cualquier cosa podría surgir en cualquier
momento, en cualquier lugar y esto es algo que es contrario a nuestra
experiencia.
Estas son las únicas posibilidades del fenómeno del proceso
de producción, o causa y efecto son fenómenos distintos
o son fenómenos similares o las cosas surgen sin causa, de la nada.
Entonces ¿cómo es que surgen las cosas? La noción
de vacuidad lo que explica es que las cosas que existen de manera inherente
y verdadera no pueden producir otras cosas que existan de manera inherente
y verdadera. No existe ningún proceso real inherente de producción.
Esto nos lleva a la conclusión de que si las cosas aparecen y surgen
es por el fenómeno de interdependencia. Interdependencia en budismo
es sinónimo de vacuidad. Las cosas que son interdependientes no
tienen existencia inherente, por sí mismas.
Por poner un ejemplo que de alguna manera explique esto gráficamente
sería aquella persona que pide un préstamo al banco y tiene
ese dinero en la mano y entonces diríamos: "ah es rico, tiene
dinero" pero en realidad no es rico porque ese dinero lo debe. La
apariencia es una --- de la realidad que es otra y en el mismo sentido,
las cosas, este vaso aparece, tiene una apariencia pero no existe de una
manera inherente. Su existencia depende de una multitud de innumerables
factores, no existe en sí mismo, debe su existencia a esa multiplicidad
de factores.
Esto sería el concepto o noción de vacuidad y el mismo hecho
de que podamos tocar, percibir, sentir este objeto es precisamente porque
en sí el objeto no tiene una existencia inherente sino que debe
su existencia a la interdependencia de esa multiplicidad de factores.
Esto nos lleva a la conclusión de que el mundo no es más
real que un espejismo. El budismo, en este sentido, puede presentar ejemplos
de cosas que no tienen existencia inherente y son percibidas como un espejismo,
es percibido, pero no tiene existencia inherente. De cuántas cosas
podría presentar ejemplos de que tenga existencia en sí
inherente. No hay nadie que pueda presentar esa prueba.
Por eso Buda dice que no puede decir que las cosas tengan una existencia
inherente porque él mismo y muchos sabios han estado buscando la
realidad de la existencia pero no ha podido ser probada esa existencia
inherente de las cosas, por lo tanto, uno tiene que decir que las cosas
no existen. Dicho esto, hemos dicho que no podemos probar la existencia
pero tampoco podría afirmar lo que hemos dicho antes de que las
cosas no existen, porque va en contra de toda evidencia de nuestra experiencia
cotidiana. Las cosas tienen apariencia y las percibimos, no podemos decir
ni que existan ni que no existan.
En este sentido,
el mundo no es algo más real que un espejismo, también lo
percibimos ni es más real que un sueño, que también
lo percibimos, es decir no tiene una existencia inherente en sí.
Curiosamente esta naturaleza última del mundo de que sin tener
una realidad inherente, tiene unas formas es lo que hace posible nuestra
percepción del mismo, hace la existencia de todas las leyes físicas,
en esa interdependencia.
Pero Buda no sólo habla del mundo externo, también habla
del mundo interno, de la mente, de la perspectiva psicológica.
Dice que no existe materia que crea mente ni mente que cree materia. Son
interdependientes, debido a que existe la mente existe la materia y debido
a que existe la materia, existe la mente, es interdependiente. Cómo
pensamos y cómo actuamos preestablece cómo percibimos y
cómo vemos. Entonces todo este funcionamiento preciso, exacto,
pertinente del mundo es debido paradógicamente a su realidad como
vacuidad.
En este sentido, la naturaleza última de la mente no es algo que
nosotros podamos tomar conceptualmente, que podamos medir con leyes y
nociones conceptuales, es algo que escapa a esta medición, porque
la función de la convicción del funcionamiento del mundo
depende de la noción de existencia y no existencia. La percepción
del funcionamiento del mundo está basada por tanto, en un concepto
de existencia o no existencia.
Este sería un resumen acerca de la noción de vacuidad que
es una noción muy vasta y que existen multitud de tomos dedicados
al mismo, en estos dos mil quinientos años dentro del budismo.
Lo importante en cualquier caso es entender que la vacuidad ni implica
la noción de que no exista nada, no va relacionado con la noción
de nihilismo, no es nihilismo ni lo contrario, sino un intento de comprender
de aprehender la naturaleza última de esa realidad.
La comprensión de esta noción está en la base de
la práctica espiritual del budismo. ¿Por qué el Buda
se planteó estas cuestiones? ¿Por qué se planteó
la naturaleza última de la realidad? La razón es que nuestra
existencia es por su propia naturaleza sufrimiento. Cuando uno nace está
inevitablemente destinado a morir. Cuando existe unión, indefectiblemente,
nos llevará antes o después a la separación. Toda
la construcción está necesariamente seguida de la destrucción.
Toda acumulación está seguida necesariamente de desaparición.
Toda gloria, toda alta posesión está necesariamente seguida
de la pérdida. Esto es la realidad de nuestra historia. Si miramos
a la historia, si miramos a los reyes, a los Altos Cargos, no hay nadie
que no haya tenido que enfrentar la realidad última de la muerte,
la realidad última de la separación. Este es el fatalismo
inherente a la existencia humana.
La naturaleza
impermanente que hemos explicado hasta ahora de las cosas hace que cualquier
intento de posesión, cualquier intento de aprehender esa realidad,
al final, no sea fiable porque acaba en lo contrario. Los placeres en
realidad duran un instante, y más nos apegamos a ese placer, a
ese instante, mayor será la separación, mayor será
el desgarro que producirá esa separación.
La experiencia del placer en sí no es sino un producto de la agitación
mental, del deseo de satisfacción y esa necesidad de recompensar
esa insatisfacción.
A los ojos de Buda no existe ni el más mínimo átomo
de felicidad verdadera, lo que Buda intenta encontrar entonces es un camino
para que nosotros superemos la muerte, la vejez, la enfermedad, el sufrimiento.
Entonces Buda dice: "si percibimos el mundo así y no de otra
manera, es porque nos hemos predispuesto a esa percepción".
Y esto es debido a esta falta de conocimiento sobre cómo es verdaderamente
la realidad, a nuestra falta de conocimiento sobre la naturaleza última
de la realidad de las cosas.
Esta falta de conocimiento de la naturaleza última de la realidad,
esta creencia errónea de que lo que percibimos tiene una existencia
real y de que nosotros, los que percibimos también tenemos una
existencia real, conlleva la producción de emociones de odio, de
deseo, de apego, que a su vez acarrean consecuencias de sufrimiento y
las cuales a su vez perpetúan esta irónica y errónea
manera de percepción de la realidad que nos predispone a continuar
percibiendo las cosas de la misma manera.
Pues por eso, dice Buda que es tan importante conocer la naturaleza última
de la realidad, porque eso es lo único que nos permitirá
eliminar esta ignorancia y con ello, el sufrimiento. Luego hay que reflexionar,
analizar, por uno mismo, esto no es algo que se base en una creencia,
otra creencia. Buda dice: "analiza detalladamente y en profundidad
todas las enseñanzas, todo el significado de lo que te dicen los
maestros, pero no lo aceptes a no ser que sea algo que hayas percibido
o experimentado por ti mismo. Nunca aceptes esa enseñanza por respeto
a Buda, a mí.
A través de este análisis uno puede llegar a comprender
esa naturaleza de la realidad, a comprender la noción de vacuidad.
La noción de vacuidad no es algo que uno pueda aprehender, no es
algo que uno pueda conceptuar. No puedes hacer un concepto de esa noción
de vacuidad. Este concepto es una comprensión que es mucho más
que un concepto, nos lleva a la práctica. La práctica en
el budismo, no es sino un intento de hacer que esta realidad, inadecuada,
erróneamente percibida, se convierta en adecuada, es decir que
tengamos una percepción directa de esta realidad. En este sentido,
la meditación, las distintas formas de meditación no son
sino caminos para entrenar nuestra mente, y adecuarla a esta percepción
de la naturaleza última de las cosas, a una percepción no
errónea. Y cualquier otro aspecto como la ética, las acciones
virtuosas no son sino herramientas para elevar esta comprensión
a esta percepción de la naturaleza última de la realidad.
Superar la
causa verdadera de esta ignorancia nos llevará a no desarrollar
deseos, odios, conceptos y comportamientos que como hemos visto nos predisponen
para el sufrimiento y para esta percepción errónea de la
realidad. Cuando uno adquiere esta comprensión se libera del sufrimiento
y consigue que esta percepción irónica y errónea
de la realidad desaparezca y que esa naturaleza última de la realidad
sea la percepción que uno tiene de esa realidad. En este momento
uno estará liberado del sufrimiento y nos llevará a la realización
de lo que se denomina el nirvana, que es el objetivo de la práctica
budista.
Lo interesante en todo esto es que desde diferentes perspectivas todos
persigamos la comprensión de la realidad última de las cosas,
esta noción de vacuidad. Da lo mismo que sea a través de
la ciencia, como hemos dicho, a través de la teoría de la
relatividad, física cuántica, física moderna, desde
la teoría del caos. Todas son aproximaciones a esta realidad impermanente,
a esta naturaleza última de la realidad. No es importante ni necesario,
ni siquiera conveniente que haya una fe en lo que estamos diciendo. Uno
debe investigar si es a través de la ciencia, pues muy bien. El
hecho es que uno profundice en esa naturaleza última de la realidad.
Aquí termina su charla, les desea lo mejor en la vida, os desea
que algún día encontréis la respuesta a ¿qué
hacemos aquí? ¿por qué estamos aquí? Y cuál
es la naturaleza última de la realidad y os anima a investigar
en ese sentido y que si hay alguna pregunta al respecto, estaría
encantado de contestar.
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